El Mocho Hernandez
La guerra y la política fueron dos fenómenos que estuvieron íntimamente ligados durante todo el siglo XIX venezolano. En otras palabras, era en el campo de la guerra donde finalmente se resolvían las diferencias y contradicciones que el sistema político decimonónico no podía resolver al carecer de subsistemas políticos lo suficientemente especializados tales como los partidos políticos, grupos de presión y los medios de comunicación, los cuales funcionaran como mecanismos de canalización de las demandas de la sociedad sobre el sistema político. Asimismo, el estallido de incontables movimientos armados era la expresión de la debilidad estructural de un Estado que no podía establecer un marco legal estable, que no tenía el control de la violencia al adolecer de un ejército nacional, y que ante la ausencia de vías comunicación estaba desconectado del resto del país. En tal sentido, aunque formalmente existía un poder central constituido el mismo tenía que hacer concesiones al poder regional de los caudillos, lo que derivaba en una paz que dependía del voluntarismo político de los caudillos.
En este panorama político altamente inestable los procesos electorales se convirtieron en fenómenos a partir de los cuales se produjeron diversos movimientos impugnadores del sistema político. Es decir, la derrota o el fraude electoral fue la excusa para que los caudillos se alzaran en contra del poder establecido. En este contexto, la Revolución de Queipa iniciada por José Manuel Hernández el 2 de marzo de 1898, fue la confirmación de un binomio que caracterizó la práctica política a fines del siglo XIX venezolano: Revolución-Elección.
Con motivo de la sucesión presidencial de Joaquín Crespo para el período 1898-1902, el gobierno saliente autorizó el desarrollo de la libre propaganda electoral de los diversos candidatos presidenciales. Asimismo, para los comicios a celebrarse en septiembre de 1897 se había restablecido el sufragio directo, secreto y universal, hecho que se había producido durante el mandato de Crespo comprendido entre 1892-1894, en la Constitución de 1893. Bajo estas circunstancias se desarrolló una intensa campaña electoral por parte de los distintos actores políticos, entre quienes figuraba especialmente José Manuel Hernández por representar una opción de poder distinta a la representada por el candidato oficialista Ignacio Andrade. En tal sentido, Hernández se convirtió en un personaje de una gran popularidad, en el que las masas tenían una gran esperanza de cambiar las condiciones del país y en el que los sectores conservadores desplazados del poder veían una posibilidad real de derrotar al liberalismo amarillo.
En términos generales, a pesar de contar con escasos recursos económicos el mocho Hernández realizó una extensa gira electoral que lo llevó a recorrer casi todo el país-tomando en consideración las dificultades de las vías de comunicación del país para ese entonces-, a implementar novedosas técnicas electorales tales como la difusión de pines y botones con su imagen y realizar múltiples concentraciones populares. No obstante, en la medida que fue acrecentándose la popularidad de Hernández y en la que se acercaba el mes de septiembre fecha en que se realizarían los comicios, el gobierno fue estrechando la vigilancia sobre la candidatura de José Manuel, mediante la intercepción de su correspondencia. Asimismo, las diversas concentraciones a favor de su candidatura fueron disueltas mediante el implemento de la recluta, lo cual disuadía a sus partidarios a reunirse. En definitiva, el clima político previo a las elecciones de 1897 se caracterizó por una gran tensión política que hacía prever un desenlace violento en dichos comicios.
De acuerdo con los testimonios de la época, al llegar el 1° de septiembre de 1897 cercano a las elecciones a celebrarse entre los días 10 y el 12 del mismo mes, la situación de relativa propaganda electoral cambió totalmente al observarse el control de las plazas públicas y las mesas electorales por parte de hombres armados de machete. En estas circunstancias Hernández llegó a la parroquia de La Candelaria para ejercer el voto junto a unos amigos, lo cual fue impedido por dichos sujetos tal como ocurrió en otras mesas de votación a lo largo del territorio nacional. Ante esta situación, Hernández apegándose a la legalidad formuló su denuncia ante las juntas seccionales. Sin embargo, el gobierno nacional no sólo desatendió sus demandas, sino que lo encarceló junto a algunos partidarios de su candidatura. Posteriormente, el Congreso reunido en febrero de 1898 declaró Presidente de Venezuela a Ignacio Andrade, luego de presentar los siguientes resultados: Ignacio Andrade 406.610 votos; José Manuel Hernández, 2.203; Juan Pablo Rojas Paúl, 203; Guzmán Blanco, 152; Nicolás Rolando, 31. El mismo día, tras su liberación José Manuel Hernández iniciará los preparativos de su movimiento armado, conocido como la Revolución de Queipa, el cual estallará el 2 de marzo de 1898.
El movimiento armado liderado por el mocho Hernández comenzó su marcha hacia la Sierra Occidental de Carabobo el 1° de marzo de 1898, apremiado por las fuerzas del Gobierno. El contingente armado encabezado por Hernández se fue adentrando en dicha sierra con el fin de aprovechar las condiciones topográficas de la región, la cual por ser montañosa permitía la lucha de guerrillas. Asimismo, en poco tiempo se le fueron sumando adeptos que aumentaron el tamaño de sus fuerzas, las cuales ya para el 2 de marzo se calculaban en 200 hombres, con los cuales haría comenzaría su empresa revolucionaria en la hacienda de Queipa, cerca de Valencia. El 14 de marzo Hernández marchó al sur de Carabobo para encontrarse con uno de sus principales jefes militares, Luis Loreto Lima, con la ayuda de quien logró reunir un contingente de alrededor de 700 hombres divididos en 400 infantes y 300 jinetes, los cuales estaban en clara desventaja con los 5 batallones y un escuadrón del Gobierno que en total sumaban 1500 hombres y 70 jinetes. No sería hasta entrado mayo, cuando el mocho Hernández contaría con la mayor cantidad de efectivos a su disposición: 1500 hombres.
En términos generales, durante el desarrollo de la Revolución de Queipa se produjeron pocos enfrentamientos de gran envergadura entre las fuerzas del mocho Hernández y las tropas gubernamentales. Entre los combates más importantes se pueden mencionar el de la Mata Carmelera ocurrido el 16 de abril y el de Churuguara efectuado el 5 de junio de 1898. En el primero, las fuerzas del mocho Hernández compuestas de 450 infantes y 300 jinetes se enfrentaron a 1600 soldados del gobierno comandados por el propio Joaquín Crespo, derrotándolos. Las tropas oficiales tuvieron muchas bajas entre las que figuraba Joaquín Crespo quien fue herido mortalmente de bala. En el segundo, Hernández sufrió un duro golpe al ser derrotado y perder 600 hombres ante Antonio Fernández (Ministro de Guerra), lo cual tendría una consecuencia definitiva en su posterior derrota y captura el 12 de junio en El Hacha (Yaracuy) a manos de Ramón Guerra.
A pesar que el gobierno de Ignacio Andrade había superado el episodio representado por la Revolución de Queipa, la situación de inestabilidad política continuó durante su gestión gubernamental. En tal sentido, la desaparición de Joaquín Crespo del panorama político el 16 de abril en La Mata Carmelera, aunque se tradujo en un factor favorable para Andrade ya que suponía una mayor libertad de acción, supuso también la aparición de nuevos actores políticos que buscarán ocupar el vacío de poder dejado por el Crespo. Dos de los personajes más importantes que surgirán durante este período son Ramón Guerra y Cipriano Castro.
Ramón Guerra ocupó el puesto de Joaquín Crespo como jefe de la primera circunscripción militar del país, teniendo como misión salir a combatir al mocho Hernández, a quien derrota tal como señalamos anteriormente el 12 de junio en El Hacha, poniendo prácticamente fin a la guerra. Al regresar victorioso, Guerra aspira a la presidencia del Gran Estado Miranda (Aragua, Miranda, Guárico y Nueva Esparta); encontrándose con que Ignacio Andrade lo nombra presidente del estado Guárico. Burlado en sus aspiraciones se declara en rebeldía el 19 de febrero de 1899 en Calabozo, acusando a Andrade de violar todas las normas del vivir constitucional. La rebelión de Guerra fue finalmente sofocada el 22 de marzo al ser derrotado por el general Augusto Lutowsky. Ante esta situación no le quedó otra opción que la de huir a Colombia.
Derrotados los alzamientos militares de José Manuel Hernández y Ramón Guerra, el gobierno de Ignacio Andrade todavía tuvo que enfrentar un tercer movimiento armado encabezado por Cipriano Castro, denominado "Revolución Liberal Restauradora", el cual finalmente lo expulsó del poder el 22 de abril de 1899, dando inicio a una larga hegemonía: la Andina.
Como comentario final se puede concluir que quizás el aspecto más importante del movimiento armado liderado por el mocho Hernández, radique no en su desarrollo y posterior fracaso, sino en las consecuencias que tuvo en el panorama político de la última década del siglo XIX. Por un lado, la inesperada muerte de Joaquín Crespo en el combate de "La Mata Carmelera", asestó un duro golpe al Partido Liberal Amarillo al dejarlo sin el último de sus más sobresalientes líderes, lo que al final derivaría en la desaparición de dicha organización partidista. Por el otro, derivado del vació dejado en el poder por Crespo, surgieron nuevos actores políticos que buscarían ocupar su espacio; siendo Cipriano Castro el más destacado estos personajes, ya que no sólo derrocó a Ignacio Andrade sino que inició una etapa en la historia de Venezuela, marcada por la llega al poder de un nuevo grupo político y geográfico: los andinos.