Guías de Viaje

Ascenso al Auyantepui (Parte 3/4)

Continuación de la narración de un ascenso al Auyantepuy (parte 3/4). Para ver la parte anterior hacer clic aquí. Para ver el inicio, hacer clic aquí.

Día 3: Del Peñón a la cumbre del Auyantepuy

Después de un buen desayuno, dejamos El Peñón y emprendimos la subida para cubrir los 500 metros que nos separaban de la cumbre.


El camino por recorrer


subiendo entre rocas y barro

La subida es muy fuerte. Al principio es entre rocas y barro. Algunas de las rocas son resbalosas, lo cual dificulta el trayecto. Más arriba, viene el paso de las raíces. En algunas partes hay que ir a "cuatro patas", siguiendo la regla de tener siempre 3 puntos de apoyo, entre piernas y brazos. La lluvia nos acompañó durante todo el trayecto. Era una lluvia intermitente, a veces suave, a veces fuerte. Llegamos finalmente a un lugar seco, al pie de la pared del tepuy. En efecto, la leve inclinación de la pared, protegía el lugar de la lluvia, tal como lo atestiguaba la arena fina y suelta.


El pie de la pared del tepuy

Teníamos frío, por la altura de unos 2200 metros. No nos quedó más remedio que hacer los ejercicios de calentamiento, antes y después del almuerzo.


Al pie de la pared


Buscando el calor del grupo

Estar al pie de la pared del tepuy es un signo inequívoco de cercanía. Sólo nos faltaban unos 200 metros de altura. Los más difíciles, pero también los más espectaculares.

La primera cuerda

El trayecto final es una de las experiencia más emocionantes que se puede tener. Es una mezcla de cansancio, temor por lo difícil del trayecto y satisfacción por estar en uno de los lugares más especiales del mundo. Al poco tiempo de iniciar el trayecto final nos conseguimos con la primera de varias cuerdas dispuestas allí para ayudar a los excursionistas. Es una primera prueba, relativamente fácil, que le ayuda a uno a tener más confianza.


La prueba más difícil

Un poco más tarde, viene la prueba más difícil. Se debe subir una roca bastante alta, para lo cual hay que acostarse boca arriba e impulsarse con los brazos, y si se tienen las piernas largas, con ellas también. Un casco nos protege la cabeza, ya que el lugar es estrecho. En cierto punto, se debe agarrar otra cuerda y cambiar de posición para terminar este cruce tan difícil.

Se llega a una especie de cañón entre el tepuy y otros peñones inmensos de unos cien metros de altura. La vegetación, ¡hermosa!; helechos, bromelias y flores adornan las paredes y todos los lugares fuera del camino. La neblina da un toque de misterio al lugar, convirtiéndolo en algo casi mágico.

La satisfacción de estar logrando un ascenso tan difícil, unido a la adrenalina que da el riesgo de una caída, lo hala a uno, haciendo que la subida ni siquiera canse.


Sigue el reto

La siguiente cuerda es para otro paso retador. Nuestro guía se amarró al tope de la roca para poder apoyarnos con un arné que nos proteja en caso de una caída. Esta vez son los brazos los que nos impusan hacia arriba y los pies que sirven de apoyo.

Cuando se voltea hacia atrás, la vista es hermosa: la luz, la vegetación, las paredes verticales del tepuy, el esfuerzo del próximo en subir y de los pemones que lo ayudan. Esa sola visión hace que todos los sacrificios que se han hecho valgan la pena.

Sigue el camino y cuatros cuerdas más, todas sencillas en comparción con las anteriores.


La cumbre

Finalmente, la cumbre. La emoción de haber llegado y la felicitación de los que lo han precedido a uno. Los pemones (¡Siempre tan rápidos, a pesar de la carga!) nos esperaban con un chocolate caliente que sabía a gloria.

Esta parte del tepuy no tiene "hoteles" naturales, como es el caso del Roraima, para ubicar las carpas. Como nuestro grupo era numeroso, las carpas tuvieron que ponerse en dos áreas separadas.

La humedad es grande. En nuestro caso, la lluvia nos acompañó todo el tiempo. (bosque húmedo tropical), dándonos unos pequeños descansos que aprovechamos para tomar fotos, recorrer los alrededores y admirar la vegetación.

Lo invitamos a seguir nuestra excursión. Ya estamos en la cumbre. En la próxima página narramos nuestra estadía en el tope del Auyantepuy y el descenso. Haga clic aquí para continuar.

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